Cuantas veces en la infancia hemos escuchado frases del tipo «no grites», «huy que voz tan aguda tienes», «que mal cantas», «cállate»… probablemente sin mala intención, pero… se nos queda grabado y esa niña ya no vuelve a hablar alto, ese niño ya no vuelve a cantar, o simplemente como adultos nos enfrentamos al mundo con una voz que no es la nuestra, en la que no nos reconocemos, se ha destruido ese puente de unión entre la persona y el mundo.
Te proponemos un reecuentro con tu voz natural, con el placer de liberarla, jugar con ella, quererla y aceptarla. Entenderla como tuya, igual que tus sentimientos, miedos y alegrías y sentir la libertad de poder expresarte ante el mundo.